La química del pelo

Si tuvieras que describir a alguien ¿cómo lo harías? Seguramente muchos empezarían hablando de su pelo y, es que, algo tan simple como la forma o el color se convierte, la mayoría de las ocasiones, en un rasgo característico de las personas. Rizado, liso, ondulado, encrespado…

Existen diferentes tipos de cabello pero todos cuentan con un denominador común, su composición química. Y aunque aparenta ser un tema complejo es más simple de entender de lo que parece y fundamental para conocer qué tipo de pelo tienes y qué cuidados necesita ¡Comencemos!


Vuelta al origen

Para saber qué es, hay que conocer de dónde viene. El pelo nace en el cuero cabelludo, esa finísima piel donde se encuentra el folículo piloso que, a su vez, alberga  la raíz del cabello y da lugar al citado filamento gracias a la generación de nuevas células que, al acumularse unas sobre otras, empuja el pelo hacia fuera. Es lo que conocemos como tallo o, más simple, la parte que peinas y cuidas a diario. Cada una de esas finísimas hebras tiene su propia estructura y están formadas por:

 

 

La médula: se encuentra en la parte interna y está constituida por células de queratina.

La cutícula: es la capa exterior y más dura del pelo, protege al cabello y regula la hidratación. Al estar más expuesta a los factores externos es la que más cuidados requiere para conseguir una melena deslumbrante.

La corteza: rodea a la médula y se encarga de que tu pelo sea elástico y resistente. Además, en ella se encuentra la melanina responsable de tu color. 


La unión hace la fuerza

Pero el cabello no solo está en la cabeza para vernos más guapos, sino que tiene funciones fascinantes como la de conservar la temperatura y, como todo en el cuerpo humano, nace de la unión de complejos elementos que crean una máquina perfecta. Fundamentalmente se constituye de un 51% de carbono, 21% de oxígeno, 17% de nitrógeno, 6% de hidrógeno y 5% de azufre. Estos componentes juegan un papel fundamental en la estructura capilar, gracias a sus uniones en cadenas de aminoácidos que crean las proteínas, unas moléculas esenciales que comparten protagonismo con el agua, los lípidos y algunos minerales. ¿Cuáles son sus funciones? 

  1. Las Proteínas

    ¿Cuántas veces habrás oído hablar de la famosa queratina? Aunque no es la única, sin duda, se trata de la protagonista indiscutible de tu pelo. Esta proteína fibrosa y rica en azufre predominante en el cabello y caracterizada por su estructura helicoidal, se enlaza constituyendo cadenas resistentes que determinarán el aspecto de tu melena. Sí, has leído bien, dependiendo de cómo se unan tendrás el pelo rizado, ondulado o liso. Además, no solo actúa como barrera protectora, sino que favorece el crecimiento capilar y contribuye a que el cabello tenga un aspecto fuerte, elástico y brillante. 

  2. El agua 

    El 70% del pelo se compone de agua, y al igual que utilizas productos para tu piel, deberías emplear alguna fuente de hidratación extra si quieres mantener su elasticidad. Un cabello deshidratado se traduce en puntas abiertas, aspecto quebradizo y un color apagado ¿Necesitas más motivos para cuidarlo?

  3. Los lípidos 

    Aunque se encuentran presentes en menor medida (tan solo un 2%) son fundamentales para que tu pelo se vea sano. Estos ácidos grasos que nacen en la raíz del cabello ayudan a protegerlo de factores externos que pueden dañarlo como son el calor, la humedad, la contaminación, el sol… 

Por lo tanto, y tras comprobar a grandes rasgos que la composición del cabello es más compleja de lo que creías ¿sigues pensando en emplear cualquier champú para su cuidado? Para conseguir un pelo bonito y sano, el primer paso es utilizar productos de calidad y adecuados a las necesidades capilares, con principios activos que favorezcan la nutrición, el brillo, la forma, la regulación de la grasa… Un claro ejemplo es la gama Mondo (champú, acondicionador y crema de peinar) elaborada con ingredientes 100% naturales que aportan a los cabellos rizados todos los nutrientes necesarios para lucir una melena espectacular. Pero invertir en el cuidado del pelo también significa mejorar la calidad del cuero cabelludo, esencial para evitar problemas a largo plazo.

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